En Ciudad Rodrigo, se encuentra la Catedral de Santa María y en ella, los sepulcros de algunos personajes de la villa. Entre ellos el de Marina Alfonso, más conocida entre las gentes de esta ciudad como “La Coronada”, de la cual hablaremos hoy en este artículo de “Mito o Realidad”

 

Noble dama mirobrigense, prodigio de hermosura y castidad y que pertenecía a la familia de Los Pacheco. Su belleza despertó la pasión de un rey español empeñado en derrocar su virtud.

 

Marina declinó varias veces las ofertas reales de este rey e hizo oídos sordos a sus amenazas, pues éste caballero intentó en varias ocasiones atraer a la noble dama con riquezas y lindezas pero, ante la persistencia del soberano que estaba poco acostumbrado a que le rechazaran o le negaran la razón, Marina se vio obligada a ceder a sus chantajes cuando el cruel señor dio a entender que la familia de la joven podría correr serio peligro si recibía una negativa más a sus ofrecimientos.

 

La noble dama, triste y sin vida consciente de que su familia podría tener un duro final, se refugió en la lectura más específicamente en un libro titulado “Máximas del Evangelio, y resumen de la moral cristiana”. En dicho libro halló la que creyó mayor solución para ella misma con la frase “Si tu ojo derecho te escandaliza, arráncatele; quiere decir, si lo que te es más apreciable y de mayor utilidad, le es una ocasión de pecado, córtalo, huye de ello, sacrifícalo sin dilación cueste lo que costare”.

 

 

 

Tomada la difícil decisión, Marina hizo llamar al rey a su casa y ordenó a los criados que hirvieran una tina de aceite al fuego. Cuando el rey español se llegó al hogar de la joven dama, ésta vertió sobre su cuerpo el aceite hirviendo desfigurando así su rostro y su cuerpo causándole la muerte. Sus últimas palabras fueron: “No quiera Dios que, por ti, caiga en tal vil y torpe pecado” El monarca, al ver el monstruoso rostro desfigurado de Marina quedó horrorizado y se fue de Ciudad Rodrigo con el gran pesar y culpa en su interior.

Marina Alfonso fue enterrada en la Catedral de Santa María de Ciudad Rodrigo, en un suntuoso sepulcro con la estatua de la dama, sobre el cual, se dice que el propio monarca en su arrepentimiento mandó colocar una corona real y por ello, Marina es conocida como “La Coronada”.

Hoy día ya no se conserva el sepulcro de Marina porque son muchas las sepulturas desaparecidas durante largos años en la Catedral. El historiador Sánchez Caballas si llegó a conocer dicho sepulcro en vida y así lo describió como una estatua en la que aparecían quemaduras. En 1.880, Don Lope Domenech y Bustamante lo describió en su libro:

 

“Leyendas tradicionales mirobrigenses” como: “Este sepulcro que se halla enfrente de la puertecilla del coro, no tiene seguramente en la actualidad, la magnificencia y lujo que tuvo en otro tiempo, según refieren algunos manuscritos y crónicas antiguas que he leído, pero llama sin embargo la atención hacia él, una corona real situada en la parte inferior de la losa, y la particularidad de hallarse éste medio oculta, tras un viejo confesionario. ¿Qué virtudes encierra este sepulcro a cuyos pies se ha humillado una corona y cuyo pudoroso recato parece sobresaltarse por tal honra hasta el extremo de acogerse presuroso e inquieto al tribunal santo de la penitencia? ¿Qué grandeza es la de esas cenizas que así desdeñan las mundanas vanidades? ¿Qué humildad es esa, que a despecho de sí misma descuella altiva sobre la loca soberbia humana? Estas y otras reflexiones me obligaron a leer el epitafio de este sepulcro, que se limita a decir:

 

Aquí yace la noble Marina Alfonso que comúnmente llaman “La Coronada”. Falleció era de 1Z53”. Se supone, según cuentan las leyendas que la “Z” que figura en la fecha anteriormente mencionada tiene como finalidad ocultar la identidad el rey, aunque según dicen, bien podría ser el rey Juan II que solía visitar nuestra ciudad asiduamente siendo una de las mismas visitas en octubre del año 1453. Como bien dice el dicho: “De dice el pecado, más no el pecador”.